lunes, 30 de noviembre de 2009

¡OH,PALABRAS!

¡OH, PALABRAS!
Lamen el viento lenguas vegetales
y las lenguas hermanas, las palabras.
Las que vuelan buscando los oídos
y aquellas que en las bocas se desmayan.
Hoy me duelen y no sé dónde duelen
los cristales que clavan al pensarlas.
Las siento como arena en engranajes
No quisiera volver a decir nada.
Mas ¿por qué nos domina los deseos
de sonar cañas huecas como flautas?
¿Por qué el sonido es luz?
¿Por qué su luz es fuego que cizalla
la soledad erguida del silencio
y ayuda a reducirnos la distancia?
Se encienden los filones de antracita
que llevan nuestra sangre clausurada
y anhelamos decir, decir…
hacer surgir las llamas
de festivos anhelos con fatiga
en sordo agonizar las dentelladas.
Pero hablamos, hablamos
y las voces se esfuman, son ingrávidas.
Esclarecen y luego se hacen sombra.
Talismanes que dan vida a la vida
y a sus oscuras fuerzas, resonancias;
tesoro donde ciencia y arte buscan
el noble material en que se plasman.
Construyen castillos de futuro con escalas
para alcanzar la gloria, mas también
son perfidia falaz de trampas, trampas.
Relucientes luceros de belenes
en mensajes y arengas nos embaucan
y vamos, como alondras a cimbeles,
con locura de ciegos papanatas,
al vientre que se nutre de pupilas
henchidas con fulgores de alboradas.
Nos seducen. Después, nos aniquilan.
Ah, palabras, palabras.
Justicia, lealtad, amor fraterno,
libertad, comprensión, paz, democracia.
Con la lluvia y el sol se decoloran,
se laminan, se oxidan, se desgastan,
se deforman, se altera el contenido.
¡Parecen comodines de baraja!
Mas conservan la astucia de serpientes
y el pecado de bíblicas manzanas.
De siempre lo sabemos
y de siempre olvidamos su enseñanza.
Estrenan flamantes centelleos
lavados con el jabón de la esperanza
y seguimos lamiendo nuevos brillos,
y seguimos quemando nuestras zarzas.
Y se dice, se grita, se susurra
intentando aventar nuestras desgracias,
pero el nudo gordiano de la angustia
sigue nudo apretándonos el alma.
En el fin, nos hallamos al principio.
Palabras, palabras.
Hoy me duelen y no sé dónde duelen
los cristales que clavan al pensarlas.
Las siento como arena en engranajes.
No quisiera volver a decir nada.
Antonio Fdz. Bozano