martes, 28 de abril de 2009

GROTESCO PANORAMA

Este poema lo escribí viendo las injusticias que soportaron los hombres de mi pueblo y que yo vi siendo jovencito. De aquellas vivencias,nacen estos versos que dedico a los pocos que quedan de
aquel grotesco tiempo. Para vosotros, amigos jornaleros que lo sufristeis. Yo estaba en Babia y con poca edad para enjuiciarlo en aquel momento. ¡Cuánto siento no haber estado a vuestro lado!

GROTESCO PANORAMA
Voraces tus paisanos instituyen
pomposo carnaval de sentimientos
que fingen filantrópicos fervores
sosteniendo el tinglado donde vives.
Y no tienen más medidas
que sufrir esta broma y ser testigo,
porque el orden dogmático que impera
y excluye la bondad de otro andamiaje,
no olvida la merienda de negreros
en la jungla donde mueve su recoba.
Velando paternal por el bien tuyo
- la madre que parió tanto padrastro –
te exigen obediencia, obediencia,
matando la raíz del silencio,
las flores insumisas del instinto
y la luz que en la escuela se cimenta.
Te exigen obediencia, obediencia,
lo mismo que a la yunta quien arrea.
Tu sino es trabajar.
Trabajar, trabajar para comer.
Comer, comer cuando se puede,
porque el amo no es lobo que olfatea
y sabe ser modelo de cristiano
con carne de serpiente;
modelo de cristiano, hecho banquero,
te ofrece algún jornal oportunísimo
y paga con justeza y se reserva
el cien por diez.
Y tú, mísero esclavo, ni más
ni menos que la yunta a quien arrea,
a quien tienen el pienso asegurado
porque así lo ha dispuesto el que fabrica
los prodigios de paz y de ventura
en manos de piadosas entidades
- perfectas como sogas de patíbulos-
regidas por astros de la patria
con piadosa intención y luz perfecta
de faro que te alumbra a bien morir,
como siempre mueres, jornalero,
en lucha contra el hambre y las tinieblas.
¡Qué pobre recompensa,
cuando estás aguantando toda, toda
la maldición de Adán a tus espaldas.
¿Hasta cuándo serás bestia irredenta
que trabajas sumisa al gong del amo,
con tal fidelidad que es increíble,
pues trabajas cual tonto que no piensa
y bobo, cual pánfilo cordero,
ajeno a los festejos de la Pascua
como fachudo rucio derrengado
con desollado lomo por las cargas;
pero erre que erre, soportando
la maldición de Adán a tus espaldas?
¿Hasta cuándo serás bestia irredenta
obrero campesino de este pueblo?

sábado, 25 de abril de 2009

UN PROBLEMA GRAVITA

UN PROBLEMA GRAVITA
Al quemarse las algas del ocaso
son millones de seres laboriosos
los que vuelven cansados al hogar.
El derrame de luz libidece
y el grito de dolor muere en la sombra,
pero queda un rumor en los oídos
que adquiere resonancia en el silencio.
Un problema gravita en sal de bilis,
un problema de quejas sofocadas
hundidas en sepulcros de ilusiones.
¡Se estruja demasiado a la aceituna
y envilece el esparto del estero!
Hay abismo que tiene que salvarse.
Quien manda porque puede y porque quiere
y todo en torno suyo le sonríe
viendo girar el mundo como gira,
no entiende de su coste, porque paga
con moneda que ignora la fatiga.
Quien vive bajo el yugo de los bueyes,
derrochando su vida, gota a gota,
hasta alcanzar los números exactos
para cargar los trenes con su pena,
no ve más que el tormento que le agobia.
Hay abismo que tiene que salvarse.
Un abismo de vértigo aterido
donde el náufrago grita su amargura
con un hervir fogoso de marmita,
un abismo de látigo y ayuno
que mantiene repleto hasta los bordes
el aljibe sin fondo de las penas.
¿Se carece de grapas en el mundo
para cerrar los bordes de esta herida
que acusa con sus labios de amapola?
¿De qué sirven las bellas religiones?
¿De qué decir que somos hermanos?
Es hora de que cese esta agonía
y anular las orugas obstinadas
en raer los impulsos que renuevan.
Ya ha bailado bastante la avaricia
su danza sobre sangre fermentada
para trocarla en vino generoso.
Ya han gozado bastante los que gozan
encumbrados por bárbaras presiones.
No pretendo encantar negras serpientes
de astutas digestiones entre brumas;
ni quiero hacer mía la mansedumbre
del camino que lame humildemente
las botas del señor que le fustiga.
Pero todos tenemos ojos, oídos
y sabemos que viven soterradas
en los hombres raíces de promesas
que prestan savia nueva a tallos nuevos
y exigen con vigor mejor destino.
Y entonces, ¿qué se espera?
La luz del sol se tiñe con rubores
después de la verónica del día;
las rosas se avergüenzan de ser rosas
a la pupila clara del prudente;
en la luna se sienten escalofríos
del bacilo de Koch multiplicado;
por túneles busca su salida
un ímpetu de fuerza atormentada.
Si estalla surgirá tal polvareda
que todo quedará entenebrecido.
Y entonces ¿qué se espera?
¿Que el hombre que trabaja nazca tonto?
¿Que se estruje la uva de los odios
para ver el fermento que provoca?
Hay millones de seres que oprimidos
aprietan su dolor contra los dientes
y una imagen de sangre en sus retinas
adquiere resonancia en el silencio.
Hay millones de seres que oprimidos
fabrican , gota a gota, sin descanso,
la trilita de penas que comprimen
en sus puños, cegados por la rabia.
Los harapos sacuden su modorra
y exigen con vigor mejor destino.
¡Que nadie se agazape por el miedo,
ni piense que habrá paz porque la astucia
se adueñe de la fuerza de las armas!
¡Ya no salva ni la astucia, ni la fuerza,
ni el miedo, ni los Judas del instante!

Atonio Fdez. Bozano

MIRANDO A EUROPA

MIRANDO A EUROPA
En el mar de la sangre, donde abreva
la vida del esfuerzo sosegado
he de ahogar el bajel de los archivos:
no quiero recordar.
Pero el recuerdo llega y me sacude
como a rama que privan de sus hojas.
Y sólo vuelvo a ver polvo de bilis;
y el amor destrozado por las risas
de caretas que ignoran la dulzura;
caravanas de angustias y de harapos
huyendo, sin saber dónde, ni a qué,
con el cristal de espanto en las pupilas.
El terror de los cóndores siniestros
que nos hace anhelar vida de topos.
Alambradas y hollín de centinelas
y la araña del hambre que nos hunde
en su tela amarilla y de indolencia.
No quiero recordar.
Pero el recuerdo vuelve y me atenaza
y el aire me envenena.
Me enloquece este juego
de heladas perspectivas.
Hay eclipse y el sol no se apaga.
Nos angustia la sombra,
canta el gallo y el gong de la luz clara
está preso por las lluecas de la guerra.
No quiero recordar.
Bajo la grama aún verde, los rescoldos
de fuego que alucinan están vivos.

Antonio Fdez. Bozano