NUKA

NUKA

En una cestita de mimbre llega mi Nuka
entre algodones, negros ojos, cerrado sueño,
removiendo su hociquillo, husmeando, cuca,
en movimiento el ceño.
¡ Qué alegría con su presencia en los niños incita!
Vivas, júbilos, albricias, estruendo de babel;
pequeñina, a acurrucurla levemente invita,
tintín de un cascabel.
Con cuánto mimo y esmero se busca un platito.
Yo; no, yo; yo lo dije primero, todos a son.
Blanca infancia, bello sueño de amor infinito,
cuna en tul ilusión.
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Esta mañana, nueve de enero de 2010, he tenido que sacrificar a mi Nuka. Un quiste maligno me ha llevado a la determinación de practicarle la eutanasia con dolor de mi corazón. Han sido quince años de disfrutar ella con nosotros y nosotros con ella. No puedo detener mis lágrimas por tan sensible pérdida. Quince años paseándola mañana, tarde y noche han sido muchos días para que el olvido tarde en llegar.
Ya no habrá niños que me pregunten ¿y la Nuka? Verme a mí y relacionarme con el animalito era todo uno. Se extrañaban de no vernos juntos si alguna vez me cruzaba con alguno sin ella. ¿Dónde está la Nuka?
Ya no te veré saltar y brincar durante las vacaciones en el pueblo por Navidad, Semana Santa y verano dando paseos por la plaza. Cuando llegábamos al pueblo tampoco había disociación de ella y yo. Era como una simbiosis, no había uno sin el otro. La muerte da zarpazos a la vida.
Descanse en paz mi Nuka. Ella ya no sufre. A mí, el tiempo curará la herida que ha dejado en mi alma, pero nunca olvidaré a un animalito cariñoso y dócil que me acompañó durante tantos años.
Valga esta pequeña semblanza en su recuerdo. ¡Te quiero, Nuka!