viernes, 19 de febrero de 2010

BENDITA INOCENCIA

Bendita inocencia
En 1968, cuando los estudiantes franceses se afanaban en levantar adoquines buscando arena de playas, los alumnos de 2º de Primaria teníamos otras preocupaciones. Al llegar a clase D. Juan, con la solemnidad que le caracterizaba, nos anuncia que los practicantes van a llegar a la escuela. El cosquilleo que sentimos era inevitable, a ninguno nos gustaban las “banderillas” de D. Isidro, Dª Mercedes o D. Miguel e, instintivamente, miramos de reojo a la ventana esperando la llegada de las vespas con que solían desplazarse nuestros enfermeros. La primera sorpresa fue al descubrir que D. Antonio, el temido practicante, no ponía inyecciones, era un maestro en prácticas y se iba a ocupar de nuestra clase. En cuanto se marchó D. Juan y el nuevo maestro se familiarizó con los alumnos y materiales de clase vino la segunda sorpresa al contemplar como nuestro docente abría la ventana llevando en la mano un cigarro y una lupa, se coloca al sol y enciende el cigarro con la lupa, ESTE MAESTRO ES MAGO.
No salí de mi asombro en toda la mañana. Al llegar a casa, en la puerta está mi madre con una vecina y les espeto las novedades. La vecina zumbona le suelta a mi madre:
- Ese es Antoñito, el que se tragó el sable y no se puede doblar, por eso anda tan tieso.
Esto ya es el no va más, además de buen practicante y mago, mi nuevo maestro es un fakir. Hubieron de transcurrir varios años para que perdiera el miedo de ver a D. Antonio agacharse con el peligro que podía suponerle el sable que llevaba dentro.
Bendita inocencia
Sin ánimo de ofender a mi admirado fakir, el que tiene garbo no pasa desapercibido (si alguno lo conoce podemos abrir una página de acertijos).
Con todo el cariño, respeto y reconocimiento a mis maestros.

COMENTARIO DEL ACTOR
Este escrito me lo mandó alguien del que no conozco su nombre porque fue enviado a través de un Foro.Como está escrito desde la vivencia infantil y a mí me ha llegado al alma el recordármelo al cabo de tantos años,pues por la simpatía y el gracejo que destila,tiene cabida en este baúl de recuerdos.
Antonio Fdez. Bozano

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