martes, 13 de enero de 2009

UNA PARTIDA DE CARTAS

(Dedicado a mi amigo Fernando Rojas por esa simpatía que arrastra siendo el centro de atención de allí, en cualquier lugar donde se ponga, aunque siempre se pone en el mismo sitio). Un rojadicto.


Ya se sabe que las partidas de cartas dan lugar a las más extrañas diatribas, discusiones y absurdos que la mente humana, siempre dispuesta al ingenio, cuando lo hay, raya hasta el paroxismo cuando la camaradería, el desinterés por la "ganancia", la cordialidad y el buen entendimiento son la norma que bate entre los asistentes como olas que revientan en el acantilado. Pero hay partidas de cartas, y partidas. A la que yo me refiero lleva los años suficientes como para darle el nombre de una de aquellas de la madre de todas las partidas.
Era una partida dominical, matutina por más señas, a eso de las once y pico. Comparecientes, mi amigo Rojas ( el crak, según se autodefine a sí mismo), Cándido Tapias ( el transigente), Ezequiel Barragán (el parsimonioso y hombre tranquilo) y El Chico Cintas . D. Francisco Márquez ,alias Niarchos, todavía no sé muy bien el porqué del susodicho apodo familiar empleado por D. Fernando, está de mirón y da tabaco.
- Muy bien, niño, se lo llevó - apostilla Rojas después que el Sr. Tapias se lleva el monte y gana el tanteo subastado, de esa forma en que no hay más solución que pagar la apuesta, no pudo ser.
- Tengo que irme a ver el fútbol - aduce Tapias, porque televisan no sé qué partido del Madrid B.
- Eres un autómata del fútbol, Cándido. El antideporte como es el fútbol. ¡No veas ese partido y atiende a la jugada! ,- vocifera Rojas no exento de pasión.
Cándido no sigue la jugada para sacar triunfo al contrincante y.. con cierto enfado, que la mayoría de las veces es ficticio, continúa encarado con Cándido.
- ¡No te jode! ¡Dale a tu palo largo!
- ¡No tengo, coño! - se defiende Tapias, enseñándole las cartas que le quedan en las manos.
Después de una jugada poco ortodoxa por parte de Cándido y ganar los tantos el amigo Rojas, éste dice con todo énfasis:
- ¡Yo sé con quién juego! ¡No tendrás dudas de quién es el rey de los naipes!- asevera con toda contundencia y no exento de cierta ironía - . ¡Es que eres mu malo! ¡Qué se le va a hacer!
Una jugada de principiante - según comenta Rojas - por parte de Cándido, da lugar a este sabroso comentario por parte del mismo Rojas, echándose hacia atrás en la silla y moviendo acompasadamente la pierna derecha en un vaivén nervioso:
- ¡Me vas a echar pa Zafra! ¡Si es que no saben los pobres! Dios protege la ignorancia. ¡Mi señorito no siguió la copa! ¡ Dios mío, qué malo eres! ¡No se puede ser peor! ¡te vas llevar el primer premio a la ignorancia!
Los cuatro tantos que me faltaban - y termina su perorata.
Una larga verónica carteril, pensamiento cauto en la jugada, lento, parsimonioso, dudas en la estrategia, exaspera al Sr. Tapias y éste le apremia su falta de decisión a Rojas, arguyéndole más rapidez en la jugada, lo cual da lugar a la respuesta que sigue.
- Es precaución, mi señorito, arguye Rojas. Ser o no ser; el Chico me tiene vigilado. El chico de Elorrio. ¡Te vi al lado del árbol de Guernica! No sé qué pintabas allí. ¿Estabas a la sombra?
Ni el Chico ni el de Elorrio hacen caso al comentario. Es un puro monólogo por parte del de siempre. La expresión de cada uno de ellos es como aquel que oye llover. Ni se inmutan. Perro ladrador y tal tal.
- ¡Esto es una distribución en zig-zag, Niarchos!- dando las cartas con suma rapidez- ¡aprende, que todavía eres joven!, el mismo Rojas.
La jugada siguiente da lugar a este cáustico comentario por parte del mismo. Los dos contrincantes se están embarrotando mútuamente y al final el as y el tres del mismo palo pasan a su mazo.
- ¡Echaros aquí con los embarrotes! ¡Qué flojitos sois! A mí me llaman El Cid Campeador. ¡Mira que eres melón, ¿pa qué quieres los triunfos? La jugada maestra, le arrastro por bajo, le doy el basto,- un comentario marginal-...¡tú qué sabes, mamarracho! ¡Eres un ignorante supino. Eres un perdedor nato. ¡Mira que eres gilipollas! ¡Soy el rey!
- ¡Eres un nabo con hojas - tercia El Chico Cintas- y acarambanado, so idiota!, con esa flema que le caracteriza.
- Perdona, no soy un nabo. Soy el nabo que tú no tienes, so deslenguado.
En una intervención de Rojas que siempre tiene la salida a flor de labios.
- El señorito se parece a Leónidas Brefnev. ¡Pasi-corro!
- - Plato, interviene el Sr. Tapias.
- Lo vas a perder, señor Tapias.
El señor Tapias pierde el plato y está realmente mosqueado.
- ¡Claro, no arrastras!, aclara Rojas. ¡Por un tanto lo pierdes!¡ Jódete, por malo! ¡A mear para acostarse! 80,90,95...adiós! ¿Cómo no repites la jugada?
- No te pases con Cándido, niño - es Rojas -, interviene Ezequiel, el Chico de Elorrio.
- Al contrario, ni agua, apostilla Rojas. Te tengo catalogado como el mejor de todos - continúa- , pero no eres receptivo. Y esta frase podría estar firmada por Platón, sin ninguna presunción. Soy el genio, un verdadero genio. Algunas personas no pueden cuestionar las mismas diatribas dialécticas. Falta la clase que no tenéis. ¡Vamos, señor Tapias, ¿lo vas a dejar para la tarde? - continúa en su perorata Rojas. ¡125 y la tela! No sabéis jugar, no sabéis el Catón de la subasta. ¡Y qué estás pensando! ¡Eres un cernícalo sin pico, chico de Elorrio!
- Lo puedo perder por un tanto, tercia Ecequiel
- Menos mal que ha bajado el rey del portal y reconoce que...
- Es que las tengo malas, arguye el de Elorrio
- Es que tú no sabes jugar, ¿no quieres decir eso? Que no te explicas y a ver si aprendes, so mastuerzo. Tú no tienes ni pizca de vergüenza; tienes 125 y pones plato, le espeta Rojas al de Elorrio.
- Metafóricamente hablando es igual, so enano, dice Rojas.
- ¡Cómo estás, siendo tan joven! ¡pobrecito! ¡estás de atar!- refiere Ecequiel.
- Este movimiento, analizado bajo el prisma de la ignorancia, es igual al cuadrado del cateto más la suma de los otros dos lados.¡ Mira que eres burro asnal! ¡Vamos, paga y no te retrases, que la demora supone intereses propincuos- contesta Rojas.
- ¿Yo no pongo na? - pregunta Tapias después que alguien ha subastado antes que él.
- ¡Tu qué vas a poner si no sabes leer!- Rojas-
- Yo sé leer y escribir porque fui a la escuela de...
Pero Rojas le corta y en un tono humilde, por decir algo, sigue en su elucubración y dice:
- Yo soy sencillo, pertenezco a la escuela peripatética, pero tú eres un ignorante y no sabes lo que es eso. Reconocimiento expreso: ¿qué somos? - filosofa-. Tú, desde luego, nada. Te voy a dar un plato para los fondos del Inserso, que no vas de viaje por no gastar las ruedas del tó-terreno, le espeta Rojas al Chico Cinta que hasta ahora había estado callado. ¡Me cago en tal, que el dinero tenía que ser como los ajos, que de un año pa otro se pudriera. Ya verías cómo le dabas aire a los billetes.
Rojas gana un plato con cuatro cartas, se cachondea, se ríe, se mofa...
- ¡Es que sois mu endeblitos!
- ¡Yo soy más chulo que un ocho!- tercia el Chico-.
- ¡.Si no sabes!
La partida termina amigablemente entre todos los participantes. Es la una y van a los platos que es la forma de terminar la mañana. Se van a Fructuoso, que solícito sirve a cada cual lo suyo sin que pregunte siquiera qué tomarán. Ya lo sabe.

Antonio Fernández Bozano

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