Antonio Fernández Bozano

VA DE ANÉCDOTAS
Cuenta El padre Feijoo que cuando andaban los saludadores por el mundo, se hallaba uno en un corro, vio pasar un can y dijo:
-Aquella perra va preñada; parirá cinco cachorros y tres rabiarán.
-No es perra-le dijeron-, sino perro.
-Pues si es perro-replicó sin inmutarse-, en verdad que va bien harto.
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La duquesa de Marlborough obligaba a su marido a tomar una medicina de sabor muy desagradable. Al no conseguirlo exclamó:
-Que me cuelguen, si esta medicina no te cura.
-Vamos, milord-dijo entonces el doctor Carth-,tomadla, que de todos modos saldréis ganando.
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Un día se encontraron en una acera de Madrid Jacinto Benavente y José Mª Carretero, gran corpachón, metro noventa y reconocido espadachín, que dijo contemplando al gran dramaturgo, pequeño, delgado, barba cuidada y fama de afeminado:
-Yo no cedo el paso a maricones.
-Pues yo sí-dijo Benavente bajando de la acera.
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La escena en casa de los marqueses de S., ella duquesa de S., en el barrio barcelonés se S.
Hay una reunión y un sobrino nieto de los anfitriones, un niño terrible, sin gracia, incordiando a unos y a otros, metiéndose en todo. Cada minuto agrava más la situación y la incomodidad de los contertulios.
Al final, aprovechando una pausa, se oye la voz de César González Ruano que dice:
-A ver niño, a ver cuándo leemos eso tan bonito de que has subido al cielo.
Ni que decir tiene que César no fue invitado nunca más a aquella casa.
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Un método original para comer tranquilamente en un banquete. Generalmente te colocan entre dos damas y te encuentras enfrente con otra. El método es el siguiente, según el gastrónomo Kaben:
Se dirige a la señora de su derecha.
-¿Está usted casada?
-Sí.
-¿Tiene hijos?
-Sí.
-¿De quién?
La señora se enfada y no le dirige más la palabra.
Se inclina Kaben hacia su izquierda.
-¿Está usted casada, señora?
-Sí.
-¿Tiene hijos?
-No.
-¿Cómo lo hace?
Ofendida, la señora no le habla más.
Kaben habla con la señora de enfrente.
-¿Está usted casada, señora?
-No.
-¿Tiene hijos?.
Otra ofendida que no habla durante toda la comida.
Inscripción en un restaurante:
“Tenemos plena confianza en Dios. Los demás paguen al contado”
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El enfermo dubitativo.
-¿Le duele la cabeza?-pregunta el doctor.
-Me duele y no me duele.
-¿Y la garganta?
-Unas veces, sí y otras, no.
-¿Y el estómago?
-¡Pse! Lo mismo. Hay momentos que sí y momentos que no.
-¡Vaya, vaya!-exclama el médico-. Mire: mande, si quiere, a la farmacia. Allí le darán la medicina. Usted la toma o no la toma. Le sentará bien o le sentará mal, y yo volveré mañana o no volveré.
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Un día Cánovas del Castillo tuvo un incidente con un señor que pretendía tener preferencia de paso en una fiesta palaciega.
-Soy grande de España-exclamó el segundo.
-Y yo soy quien los hace-respondió Cánovas.
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Dos médicos discuten no muy lejos de la cama del enfermo. Discrepaban ambos facultativos del diagnóstico:
-Estoy seguro de que se equivoca usted- dice el primero.
-¿Sí?-contesta el segundo-.Pues haga usted lo que quiera. En la autopsia veremos quién tiene razón.
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En el Ateneo barcelonés; en ella un contertulio muy conocido por su acre ingenio. Se habla de su reciente matrimonio con una mujer muy fea, pero muy rica.
-Pero ¿cómo puedes estar en la cama con esa mujer tan fea?
-Como las águilas imperiales, los cuerpos unidos y las caras separadas.
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La frase es de un socio del Ateneo barcelonés.
-Estoy en un apuro tremendo. Mi prometida me ha dicho que no se casará conmigo hasta que haya pagado mis deudas, y yo no puedo pagar mis deudas hasta que no me haya casado.
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Anécdota atribuida a varios niños terribles.
-¿Por qué te pones coloretes en la cara, tía?
-Para ponerme hermosa.
-Y ¿por qué no te pones?


Transcribió: Antonio Fdez. Bozano